Cuando Annie Londonderry a finales del siglo XIX se convirtió en la primera mujer que dio la vuelta al mundo en bicicleta, Susan B. Anthony dijo: «La bicicleta ha hecho más por la emancipación de las mujeres que cualquier otra cosa en el mundo. Da a la mujer sensación de libertad y autosuficiencia. En el momento en que toma su asiento sabe que nada la puede dañar, a menos que ella se baje de ella, y allá va, la imagen de una mujer libre, sin trabas».
Esta cita es algo más que inspiradora para la Selección Nacional Femenina de Ciclismo de Afganistán, un país donde las mujeres luchan cada día para conquistar sus derechos. El ciclismo para las mujeres afganas, sigue siendo un tabú cultural. La idea de una mujer en una bicicleta se considera ofensivo, y al igual que lo era en Estado Unidos en el siglo XIX, y es el estigma de la inmoralidad y la promiscuidad marca estas mujeres a las mujeres que practican el ciclismo. Aunque no es técnicamente ilegal, montar en bicicleta en Afganistán es visto como un pequeño paso hacia muchos de los crímenes morales por los cuales las mujeres afganas pueden ser encarceladas.
La historia de estas ciclistas de entre 16 y 22 años nos la cuenta la directora Sarah Menzies en el documental «Afghan Cycles«, con el cual intenta encontrar el auténtico significado de pedalear para ser libres, mediante algunos retratos de mujeres que exploran sus propios límites en un país que tantas veces las ahoga.
El movimiento está creciendo y ya no es sólo el equipo Nacional el que se atreve a andar en bicicleta. Equipos de clubes más pequeños se han organizado, tanto en Kabul como en las zonas rurales, sin tener conocimiento de lo que estaba con otros equipos existentes de mujeres. Por ejemplo, el grupo de ciclistas de Bamiyan está encabezado por una mujer que está enseñando a las niñas a montar en bicicleta como un medio de transporte independiente en esa provincia montañosa.
En todo el país, estas mujeres valientes jóvenes están rompiendo las barreras de género y desafiando las normas culturales simplemente por montar en bicicleta, y sin embargo no lo hacen con la intención consciente de crear un cambio cultural. Montan porque creen que tienen el derecho, por a la libertad que sienten cuando están en una bicicleta, y por a la pura felicidad que obtienen de este deporte. El cambio cultural es simplemente producido de manera poderosa por el simple hecho de que estas mujeres están haciendo lo que realmente les gusta.
Esa valentía ha llevado al equipo ciclista femenino de Afganistán a ser nominado para el Premio Nobel de la Paz. Un reconocimiento que ha venido a manos del gobierno italiano, cuyo parlamento ha propuesto formalmente a las doce ciclistas afganas que lo integran para el prestigioso galardón.